lunes, 28 de septiembre de 2009

LUCES



Me dijo que se le ocurrió esa frase antes de las 12:00 p.m. ese mismo día y me la escribió pensando que no quería que alguien más me la leyera, si, como si alguien más se tomara el tiempo para leerme frases hechas. Pero me gusta, me cae bien su particularidad, yo prefiero a esa gente que a la que se cree aceptada. A esa gente la detesto.
Recordó la vez que le platique del sujeto que conocí cuando la escuela me obligo a terapias grupales, era grandote parecía estereotipo de un sinaloense, lucía viejo pero también estudiaba en la Universidad, muy raro, muy introvertido. El primer día nos contó una historia acerca de cómo él no le había hablado a una mujer en dos años, la última vez había sido mientras hacían un trabajo en equipo para su carrera (que era una ingeniería lo que significa: no mujeres) y la única mujer en su equipo llevaba cargando una mochila y él: “quieres que te sostenga tu mochila” y ya. Esas palabras le parecieron lo más cercano a una convivencia que ha tenido con una mujer en dos años, después de ese evento no ha hablado a una mujer ni por equivocación, ni por educación, simplemente las ignora o las esquiva. En la terapia nunca hablaba con nosotras aunque le hiciéramos preguntas y a veces incitado por el psicólogo respondía a nuestras preguntas pero siempre sin mirarnos. Esta historia me pareció muy triste pero, se la platique al conocido de las frases hechas, de una manera satírica que según él aún se ríe de ella recordando como se la conté. Me dijo que esa clase de historias lo hacían sentir a uno bien, menos raro y ajeno. Le conteste que, si, que él era raro.

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