domingo, 7 de marzo de 2010

We felt out of place, a little dead to the world.


Las rarezas de algunos seres humanos no son evidentes para los mismos hasta que el resto del mundo las señala con el dedo de enmedio, el grosero o el feliz (según el receptor), van por el mundo haciendo lo que su organismo les pide que hagan y actuando así, tan ensimismados en su propio organismo les importa una bota los ocasionales comentarios de su originalidad. La originalidad se ha convertido en una cualidad de alta preocupación, la busqueda de la originalidad consume el tiempo de gran parte de la población que, como buen consumidor esta constantemente buscando en cada escaparate un artículo que según lo que se cree le podría dar un toque de originalidad, la sociedad actuando como un adolescente barroso, se empeña en la busqueda de algo que hace unos siglos se consideraba de mal gusto: la originalidad convertida ahora en esnobismo. Inútil actividad que los lleva directo al principio de la historia y los deja plantados para siempre del lugar odiado, la homogeneidad.
Para los seres humanos considerados raros estas contradicciones modernas pasan desapercibidas y siguen su camino guíado por nada más que instinto sin percatarse que son poseedores de la cualidad más preciada y por tanto (igual hace algunos siglos) más despreciada.

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