miércoles, 13 de julio de 2011

TAKSUN parte 2.


(la segunda parte)
El R-176 olía a churritos con salsa Valentina y limón. Una sensación de asco y antojo al mismo tiempo. Recuerdo de infancia con Doña Gladys que también tenía mango, jicama y pepino, su sobrina estaba enamorada de mi tío Rubén, que es casado; se habían conocido cuando vivían en el rancho. En el puesto de Doña Gladys hice mi primera confesión: un vello lacio y delgado me crecía en la entrepierna, no me asustaba, en cambio me sentía excitada, así lo comprendió mi entonces amiga quien me sonrió con la condescendencia de quien tiene vello púbico bien largo y fusión de asco, antojo, pudor y excitación cuando iba montada en el R176B "Jardines" que iba a 100 km/h Carretera Chapala (parece que agarre un Ferrari me dijo una vez un alumno idiota). Luego el Alamo siempre tan agradable a la vista, con montón de vasos de café del seven, servilletas echas bola, bolsas de plástico (?), botellas de yoghurt vacías, etiquetas de coca-cola, un montón de boletitos de camión, un pañal y cientos de colillas de cigarro. Y si con la vista no te das por satisfecho también esta esa mezcla de sangre podrida más sudor más ropa impregnada de fabrica, querido Alamo que poco tiene que ver con el original. 40 km/h menos; 20 personas menos (todas desertan en el Alamo) y cojo un asiento, esto de coger asientos es cuestión 70% suerte y 30% astucia (a veces se requieren ecuaciones diferentes: 50% de suerte, 20% de astucia y 30% de descaro; o 50% suerte, 20% astucia, 20% descaro y 10% gandalles, algunas personas de la tercera edad pueden resultar lastimadas en estas variantes).
Ya sin cabezas estorbándome el panorama de la glamurosa Avenida González Gallo volteo al cielo y las nubes (negras-grises-moradas o qué se yo de colores de todas formas) amenazan con mojarme, sí, sólo a mi. Y recuerdo no sin un poco de horror la experiencia de 3 días atrás, cuando atrapada por la lluvia entré en un túnel teletransportador por alrededor de media hora y el vagabundo, el vagabundo y 16 de septiembre, de vuelta al origen, pero el cielo(multicolor) no me perdona y mis predicciones nunca se equivocan, aunque predicciones involuntarias, no tuve que caminar más que diez minutos, unos por Libertad y otros por Galeana y ya tenía que buscar un refugio. Tenía un plan y era mojarme pero cautelosamente y poco a poco. Primero a un 7/11 10 minutos y cuando la lluvia disminuye corro. Gasolinería (sí, gasolinería y no gasolinera) 8 minutos y mucha gente me observa como si fuera una locura ocultarse de la lluvia sobretodo estando una ya empapada. Cajero automático Banamex, sin efectivo disponible para acabarla de chingar: ahí se estaba bien por el aire acondicionado 7 minutos. De ahí me salte de árbol en árbol nomás y uno que otro techo hasta que encontré mi refugio absoluto, era un edificio viejo de la colonia americana en donde venden cortinas y alfombras mágicas. Ya no había mucha luz, una pareja estaba sentada en un extremo de los escalones, se esfumaron apenas me instalé en medio de su refugio (que ahora era mío y de la ciudadanía entera en todo caso). Leía algo, con esfuerzo porque estaba muy oscuro, un hombre aludía a la alucinó de otro hombre al empobrecimiento del lenguaje, de personajes que desconfían de sí mismos por sentirse dibujados por su pensamiento y su discurso, los dibujos siempre son engañosos, también los discursos y así seguía aludiendo a alusiones cuando una luz cegadora, como esas que ves cuando te mueres y amarilla me impidió seguirle a lo de devolverle al lenguaje su derecho. Si vez una luz de esas, por cierto, en el momento de tu muerte seguramente te atropelló una Suburban color tinto manejada por un anciano, yo no me morí y el anciano se disculpó con un gesto de mano por casi estamparse en mi libro (preciado y precioso porque no es mío) y una estaca brilló sobresaliente de la ventana del copiloto, después lo reconocí, era un larguísimo paraguas verde oliva que estiraba cada ligamento tratando de alcanzarme, yo lo alcancé a él por pura generosidad ¿Para mi? y su ancianotambién copiloto dice sí, y ya, sí. Como después de ese maravilloso gesto ninguno de los dos ancianoamigos me prestó atención cogí mis cosas y me largué alegremente del refugio con granparaguas que en su mango de madera fina tenía el siguiente grabado: TAKSUN. Argentina, una calle inundada y las mismas luces cegadoras y asesinas, Atenas: olvidaste tu celular en tu refugio niña. Calle muy inundada, Argentina, tianda-de-alfombras-refugio, pero nada de celular, me cagaba de la risa sentada otra vez en el escalón cuando un terceranciano: Eres la muchacha del paraguas, pues sí, se llama taksun, oh… tengo tu celular. Y abusada.

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